miércoles, 15 de mayo de 2013

CALLE DEL ARCO DE LA CARIDAD

Es curioso que una calle tan conocida con este nombre, nunca tuviera un arco, quien sí lo tenia era su vecina calle, la actual San Vicente, llamada anteriormente Caridad Vieja, pero eso lo veremos un poco más adelante.
La calle del Arco de la Caridad, comunica la Glorieta de San Francisco con la Calle de la Caridad. A principios de 1700 se le llamaba “Carrerón que sale desde la calle del Adarve a la de la Caridad” (*), más tarde, en 1731, aparece con el nuevo nombre de calle de Juan Soto.
En 1710 se comenzó a construir el nuevo Hospital de Caridad en el barrio de la Serreta, junto a lo que es hoy la actual Iglesia de la Caridad. La parte trasera del nuevo edificio daba a la calle Caridad Vieja, y en la acera de enfrente de esta calle, se encontraba el inmueble que contenía los utensilios de la tropa de guarnición, que llegaba hasta la calle del Adarve, también estaban las caballerizas para los coches fúnebres, cuyos servicios prestaban al Hospital (**). Este edificio era propiedad de la Congregación hospitalaria, que lo había recibido como donativo en una herencia.
En esos años, la actividad del centro sanitario que fundaran Francisco García Roldán y el soldado Rosique, era una muestra de la caridad de todos los habitantes de Cartagena para con su prójimo, la labor que efectuaban era grande pero necesitaba ampliar sus locales, y el 15 de julio de 1777 necesitando tener mayor número de camas dedicadas al tratamiento del “mal venéreo y otros achaques contagiosos”, el Hermano Mayor del Santo y Real Hospital de Caridad, D. Ignacio Anrrich y Val, solicitó permiso al Ayuntamiento para unir aéreamente los dos edificios de su propiedad, por medio de un pasadizo sobre arcos, que salvara la calle Caridad Vieja y poder dejar libre el uso de ella, teniendo así los dos edificios unidos, y conseguir la ampliación que necesitaba.
Vista su petición por el Consejo Municipal, le fue concedida licencia para esta obra el 23 de agosto de ese mismo año.

Construido el ancho arco, y su pasadizo encima, ya estaban unidos, por tanto, los dos edificios propiedad del Hospital, la calle dejó de llamarse "Juan Soto" para ser denominada del Arco de la Caridad. Toda la acera izquierda de esta calle eran dependencias del Hospital, aunque como decía anteriormente, el arco estaba en la calle de la Caridad Vieja, actual calle de San Vicente.
En el año 1788 en una casa propiedad de Juan Miqueloti, quedó establecida la Academia de Pilotos de la Armada, siendo uno de sus profesores el maestro delineador D. Agustín Berlinguero, famoso por la colección de estampas que dibujó sobre los buques de guerra que componían la Marina Real Española. La academia se trasladó por ruina del edificio en 1827 a la Compañía de Guardiamarinas en la Muralla del Mar. Desde 1508 existía el cargo de Piloto Mayor en los barcos de su Majestad, Por Real Orden de 23 de octubre de 1846 se declara a extinguir el Cuerpo. Los primeros pilotos que poseían informes favorables ingresaron en el Cuerpo General como alféreces de navío con la antigüedad de sus nombramientos.
Durante la insurrección cantonal de 1873-74, en el asedio que sufrió Cartagena, uno de los proyectiles cayo en esta calle, destrozando la casa marcada con el número 10. reconstruida posteriormente, y donde tuvo su sede la compañía de seguros La Catalana.

Plano de Julián Saez de 1912, donde se aprecia el arco que unia los dos edificios A y B.
Hasta su desaparición en 1953, la gente al pasar bajo el arco notaba el eco que producían sus pasos, y este resonar era aprovechado por las murgas en la época de carnavales, ya que aumentaban los sonidos de sus charangas.
También más de una vez sirvió este arco de refugio para algún trono y sus penitentes en época de procesiones, cuando se presentaba una lluvia inoportuna.

Arco que unia los dos edificios, la calle San Vicente al fondo.
Tras la pasada Guerra Civil de 1936-39, el Hospital se trasladó a su nuevo emplazamiento al barrio de Los Barreros, más amplio y saludable por el jardín y arbolado que lo rodeaba.
Desapareció el arco, y derribado el hospital, de los dos nuevos edificios, el colindante con la calle del Adarve fue ocupado por el Servicio de Correos, trasladándose desde su anterior emplazamiento de la plaza de San Francisco, y el otro para oficinas y consultorios médicos del antiguo Instituto Nacional de Previsión.
Unos de los establecimientos de esta calle era una panadería-confitería, siendo Mari Carmen la responsable de atender a los clientes, siempre con su sonrisa afable, lloviera o tronara. Causa de que los empleados de Correos, específicamente los ambulantes, la nombraran su madrina el 16 de mayo de 1969, agradeciéndole en un simpático acto, la amabilidad que Mari Carmen siempre tenia con ellos cuando se aprovisionaban de pan y otras viandas, antes de emprender el regreso a Madrid en el vagón postal.
En la trastienda de la panaderia, junto al horno se impuso la banda y entrega del pergamino
con el nombramiento como madrina de los ambulantes de Correos.
D. Fabián, con bigote a la izquierda de la foto, fue el impulsor de este simpatico homenaje.
En esta calle entre otros establecimientos estaba Radio Peñalver, aunque sólo tenia el escaparate, hacia esquina con la Glorieta de San Francisco por donde tenia su entrada a la tienda; un estanco, que cuando habían colas en las oficinas de Correos (antes se enviaban más cartas que ahora) a él también se le formaba una buena fila para comprarle sellos.
Estaba el tapicero Estrada, la relojería de Castillo, un pequeño bajo donde Emilio Vidal restauraba imágenes, una zapatería, la sala de billares que se había trasladado desde la calle del Aire, y haciendo esquina con la calle de la Caridad, una sucursal de la desaparecida Caja de Ahorros del Sureste de España, que posteriormente cedería el lugar a un bar.
En la pared del Hospital había una piedra con una cruz encima, colocada en una especie de hornacina, desaparecida cuando se trasladó el hospital y se construyó el nuevo edificio. Federico Casal en su articulo “La piedra del hospital de Caridad” publicado por "El Noticiero" el 18 de noviembre de 1943, relata un hecho que sucedió en el último tercio del siglo XVIII, que por su curiosidad lo transcribo:
Se estaban haciendo obras en el hospital, para las que un donante anónimo había dado una importante cantidad. Un joven sosteniendo un anciano, al parecer enfermo, que difícilmente podía andar. entraron a la calle del Arco de la Caridad por la actual plaza de San Francisco. Al llegar a un lugar donde había un montón de piedras, el anciano, ayudado por el joven, se sentó en una de ellas para descansar, y, momentos después, dándose cuenta del sitio en que se hallaba, comenzó a llorar.
- ¿Por qué llora Ud. padre?¿Siente algún dolor?.
- Lloro porque recuerdo, y de esto hace muchos años, que conducía yo a mi padre a este hospital, como tu haces ahora, y en este mismo lugar se sentó, y cuando descansó, lo llevé al hospital, en el que murió a los pocos días.
Quedó el hijo pensativo unos minutos, y replicó:
- Seque Ud. esas lagrimas, no llore más, padre mío, olvide el recuerdo de aquel pasado que no se va a repetir porque nos volvemos a nuestro albergue y Ud. no se muere en el hospital. Pido a Dios y a usted perdón por lo que he pretendido hacer, y porque me he horrorizado al pasar por mis mientes que mis hijos hicieran conmigo, lo que usted hizo y lo que yo iba a hacer.
- No, balbuceo el anciano, sois pobres.
- No hablemos más. Descanse el tiempo que quiera y nos volvemos a casa en la que nada le faltara aunque tenga que vender todo, menos su cama.
Al poco levantóse el enfermo, se abrazaron cariñosamente y por el mismo camino volvieron a su domicilio.
Presenció la enternecedora escena, el maestro albañil que hacia la obra, y al otro día, la piedra donde estuvo sentado el anciano, la colocó como piadoso recuerdo en el lugar donde todavía se conserva y que desaparecerá cuando se hagan las obras…

Añade Casal: Mala acción cometió el anciano con su padre y mala iba a cometer su hijo con el suyo: escuchar bien y no lo olvidéis, los buenos hijos no deben abandonar nunca a sus padres por ancianos o enfermos que estén porque Dios no perdona tal falta, y recordar aquello de ¡honrarás a tus padres como a ti mismo!



(*) Viene detallado este nombre de la calle, en los Padrones de la sal de esa fecha.
En España, como en otros países, la sal estaba sujeta al estanco o monopolio, y se vendía exclusivamente por cuenta del Rey. Este impuesto aportó en 1785 unos 16 millones de reales, el precio fue en aumento y supuso en 1789 cerca de 59 millones de reales.
La sal era un articulo de primera necesidad, no sólo por su utilización como condimento, sino para preservar los alimentos haciéndolos más duraderos en el tiempo. El precio era el mismo para toda España, excepto en los puertos que se admitía alguna rebaja por los salazones. El consumo de sal era muy alto, las salinas de Andalucía y de otras zonas no daban suficiente producción para servir la demanda, teniendo el Reino que importarla de Portugal.
Para controlar el reparto de la sal en los diversos municipios, se hacían padrones de ellos y sus moradores, asignándose a cada zona la cantidad pertinente. El Rey podía ceder el control de este monopolio en contrata o concesión a un particular, o en casos especiales a algún eclesiástico o noble.


(**) Isidoro Valverde recordaba que «al alcalde Torres debe Cartagena la dignificación de los entierros de los pobres, que con anterioridad se hacían en un carro-volquete pintado de negro y tirado por una caballería, lúgubre institución a la que los jocosos cartageneros llamaron La Pepa».

Bibliografía:

- Archivo Municipal de Cartagena. Hemeroteca.
- Historia del Santo Hospital de la Caridad. José Sánchez Martínez.
  Universidad de Murcia, Departameto Ciencias Sociosanitarias. 1998
- Fotos archivo personal autor.
- Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX. Ossorio y Bernard. 1868.
- Wikipedia.
- Hemeroteca "La Verdad"
- Las calles de Cartagena. Federico Casal. 1930.
- Gaceta de Madrid 1807
- http://www.mgar.net/var/pilotos.htm

4 comentarios:

  1. Muy agradable de leer su pagina.
    Muchos de los articulos en periodicos regionales al hablar de las calles de Cartagena hacen mención a los Padrones de la Sal, pero ninguno explica este particular. Ud. si lo hace.
    No conocia el emotivo relato de la piedra y el anciano, siga amenizandonos con sus comentarios.
    Gracias.
    Manuel Martínez

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  2. En primer lugar, gracias por su esmerada labor de investigación sobre nuestra Cartagena. Pero debo hacer una matización. La insurrección cantonal se produce entre 1873-1874.
    Un saludo.
    Ciudadano de Mastia

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    1. Efectivamente hay un cambio de dígitos, aparece 1783-84, cuando debería ser 1873-74 (julio73- enero74). Se me pasó al hacer la correción final.
      Corregido.
      Gracias.

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  3. A Mari Carmen, la veo todos los dias,voy a imprimir esa foto y regalarsela por si no la tiene, es amiga de toda la vida mi familia

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