JUBILATAS reunion viernes

Hoy no tengo el acostumbrado aperitivo de los viernes con los “jubilatas”, tenemos vacaciones hasta septiembre.

Desde que me jubilé, asisto todos los viernes de 12 a 14 horas a una cafetería donde un grupo de jubilados de mi profesión nos reunimos para conversar, ya no sólo de las experiencias ocurridas en nuestro trabajo (nuestra batallitas en una palabra), sino comprobar que seguimos manteniendo una amistad que va mucho más allá del simple ¿Cómo estás?, mientras nos tomamos alguna que otra cerveza.

Seguiré disfrutando cada conversación con mis amigos ante esta u otra bebida, y en general creo que durante mi vida laboral, fueron unos magníficos años donde conocí a personas de todas clases, unas me ayudaron a desempeñar mi labor, otras parecían que les iba a quitar su trabajo (la competencia…), y otras, sencillamente no paraban de trabajar, creo que para no tener tiempo de acordarse de que no tenían nada que hacer.

Ya que hablamos de cervezas, alguna que otra vez os habrá ocurrido que no tenéis cerveza fría en caso de recibir una visita inesperada. Si metéis la botella o la lata en el congelador tardará media hora en coger la temperatura ideal. Si  quieres enfriarla en pocos minutos, podéis hacer lo siguiente:

En vez de poner la lata sola en el congelador, la metéis dentro de un recipiente con agua, hielo  (3 ó 4 cubitos) y un puñado de sal; en 3 ó 4 minutos tendrá la temperatura deseada.

La mezcla baja rápidamente de temperatura sin llegar a congelarse gracias a la sal; como esta, para disolverse, necesita energía, tendrá que tomarla absorbiendo el calor del agua. A la vez, el hielo se derretirá, puesto que el contacto con la sal disminuye su temperatura de solidificación, y para perder la estructura sólida también necesita energía, por lo que también la tomará del agua enfriándola aún más.

Si este procedimiento lo hiciéramos en el exterior dificultaría nuestro objetivo, ya que el aire caliente aporta energía, pero en el congelador el proceso  se acelera.