Menudo mesesico de agosto que llevamos en Cartagena… no llueve naíca, las cabañuelas este mes no pronostican nada bueno, climáticamente hablando, para el próximo año.
El cálculo que se hace del tiempo observando las variaciones atmosféricas ocurridas en el mes de agosto, se le llaman cabañuela... El Diccionario de Autoridades de 1726, dice “…es la vana observación que hacen algunos de los doce primeros días del mes, infiriendo de cada uno de ellos por su orden el tiempo que hará en los doce meses del año…”.
El cálculo que se hace del tiempo observando las variaciones atmosféricas ocurridas en el mes de agosto, se le llaman cabañuela... El Diccionario de Autoridades de 1726, dice “…es la vana observación que hacen algunos de los doce primeros días del mes, infiriendo de cada uno de ellos por su orden el tiempo que hará en los doce meses del año…”.
Las cabañuelas son una costumbre y creencia del pueblo llano, como predicción meteorológica a largo plazo, especialmente para el pronostico de las lluvias, y saber de esta manera en que tiempo era mejor adelantar o atrasar la siembra de las cosechas, simbolizando una ayuda a la hora de sembrar, de trillar, de todas las labores del campo, y poder obtener mejores cosechas o productos.
Lugareños del Campo de Cartagena me informaron que la observación minuciosa de los vientos, las nubes y los astros al amanecer y atardecer, preferentemente en el mes de agosto, ayudaban a predecir el tiempo del año siguiente.
Las cabañuelas, no es sólo una cuestión del Campo de Cartagena, es una confianza universal, aplicada tanto en Europa, como en Sudamérica o en Asia. Entendiendo su utilización práctica refiriéndose siempre al microclima de la zona donde estas ocurren, el pronostico a medio y largo plazo emitido por el agricultor, viene avalado por el profundo conocimiento que éste tiene de su entorno. En la región de Murcia las cabañuelas se interpretan en el mes de agosto; en Sudamérica el vaticinio se hace el mes de enero. Los babilonios ya las descifraban en la Fiesta de las Suertes o Zamuc, en el ceremonial del Akitu del Año Nuevo Babilónico, donde se determinaban los presagios para cada uno de los doce meses del año. La cultura judía también se valía de este arte en la Fiesta de los Tabernáculos, donde la cantidad de lluvia para el año venidero está decidida por los cielos; hay referencias del año 1450 sobre esta fiesta en la ciudad de Toledo, donde los judíos colocaban en el arrabal cuarenta “cabañuelas” –simulando cada una un tabernáculo-, una por cada año que estuvieron los israelitas vagando por el desierto tras Moisés, en busca de la Tierra Prometida. Los hindúes también tenían una tradición similar: designan 12 días en la mitad del invierno para hacer la réplica climática que ha de suceder en el año siguiente.
El día uno de agosto es fecha clave en las cabañuelas, conocida como la "llave del año", de suerte que las variaciones meteorológicas habidas a lo largo de este día darán cuenta de cómo será el año en su conjunto; empezando ya desde el día dos el pronostico para cada mes del año siguiente. Para otros, desde el día uno del mes empieza la predicción para el primer mes, agosto –del año siguiente-. La conjetura se efectúa a partir de la observación de los distintos fenómenos atmosféricos que tiene lugar a lo largo de cada uno de los días señalados: la forma de una nube, la dirección del viento, la tonalidad o luminosidad del sol, la luna, las estrellas, la niebla, el rocío, el arco iris, el granizo… todo son signos que entrañan información del tiempo de los meses venideros.
También se incluye en este sinfín de observaciones el comportamiento de los animales. Son considerados signos o indicios de lluvia: Aparición de hormigas con alas, orejeo de las mulas, cuando se bañan los palomos, si se lava la cara el gato, etc.; si el gallo cantara durante el día podría ser un posible cambio de tiempo, cuando los gatos corren y saltan es señal de viento. Una persona que tuviera picor o dolor en una cicatriz antigua, podría aventurar un cambio de tiempo. Es de muy antiguo las observaciones siguientes como signos de próxima lluvia: crujidos y sonidos de los muebles (del arca, principalmente), hollín que se desprende y cae de la chimenea, olor de los sumideros, la siembra cuando aparece " retorcida", humedad en las habitaciones aparecida en las baldosas del suelo, los sarmientos cuando estando secos "lloran", si al amanecer -en época de cabañuelas- el "pajón" de los rastrojos está "correoso" (húmedo).
Las cabañuelas no son simples predicciones, son parte de los conocimientos heredados de los oriundos del lugar, conocimientos que indican sin necesidad de otros medios técnicos lo que sucederá con las cosechas. El Instituto Aragonés de Antropología, hizo un seguimiento los años 2002 y 2003, confirmando “…que las cabañuelas de estos dos años fueron certeras y se puede decir que se van cumpliendo…
En la Región de Murcia, los doce primeros días de agosto corresponden a los doce meses del año siguiente, y los segundos doce días corresponde también a los doce meses pero a la inversa empezando por julio, es decir:
Primera Vuelta (Cabañuelas de Ida)
1 de agosto representa el mes de agosto.
2 id. septiembre.
3 id. octubre
4 id. noviembre
5 id. diciembre
6 id. enero
7 id. febrero
8 id. marzo
9 id. abril
10 id. mayo
11 id. junio
12 id. julio
Segunda Vuelta (Cabañuelas de Retorno)
13 de agosto representa el mes de julio.
14 id. junio
15 id. mayo
16 id. abril
17 id. marzo
18 id. febrero
19 id. enero
20 id. diciembre
21 id. noviembre
22 id. octubre
23 id. septiembre
24 id. agosto
El tiempo que haga cada día por la mañana o por la tarde de cada “cabañuela” marcara lo que predomine la primera o segunda quincena de cada mes, bien siendo frío o calor, viento o poco viento, nublado o soleado, o cualquier otro fenómeno atmosférico. Las llamadas “Contracabañuelas” son las de retorno, las de ida se consideran como presunciones correspondientes a la primera quincena de cada mes del año en estudio, mientras que la observación a la inversa serviría para traducir los indicios en los segundos quince días de los mismos periodos. Algunos usan esta técnica doble para establecer el balance medio de cada mes, y así atinar mejor en sus augurios. En general huertanos y campesinos confiaban más en las cabañuelas de retorno que en las de ida. Todo ello, en un compendio de interrelaciones, secular sabiduría e intuiciones personales. El “Cabañuelon” es el pronostico global sobre el tiempo del año venidero, basado en el clima del día 28 de agosto, día de San Agustín; el refranero ya dice: “Agustinico llovío, año perdío”. Es preocupante el “abortar el cabañuelón”, es decir, cuando ese día está con niebla o nuboso y al final llueve, lo que presagia muy mal clima para el año siguiente.
Esta tradición de las cabañuelas, desgraciadamente, se va perdiendo con el paso de los años, no obstante, todavía hay gente hoy día que las interpreta, muchas veces ayudado con el concurso de los refranes y los dichos populares; estos son toda una experiencia, una sentencia trasmitida de generación en generación, siendo muchas veces, la expresión más precisa del saber popular usada con conocimiento de causa. Un ejemplo de ello serian los siguientes:
“Abril y mayo, las llaves de todo el año”. Al fructificar durante esos meses las cosechas, vendrían el ser buenas o malas por el tiempo atmosférico.
“Abril, aguas mil”.
“Abril tronado, viene buen verano”. Indicios de buenas cosechas en agosto.
“Cuando marzo mayea, mayo marcea”. Si en marzo el buen tiempo propio de mayo, este último mes lo hará malo.
“En febrero, un día malo y otro bueno”.
“Febrero y las mujeres, tienen en un día diez pareceres”.
“En marzo marzadas: aire frío y granizadas”.
“Por San Pablo y por San Pedro, la lagartija sale de su agujero”. A partir de la onomástica de estos santos (29 Junio), llega el buen tiempo, y los animales salen a tomar el sol.
“En mayo lodo, espigas en agosto”, si llueve en mayo habrá buena cosecha.
“Mal año espero, si en febrero anda en mangas de camisa el jornalero”, si en este mes sobreviene el calor, los frutos maduran prematuramente y se malogran las cosechas.
“Si en enero canta el grillo, en agosto poco triguillo”, temperaturas anómalas como en el anterior refrán y en el siguiente.
“Enero caliente, el diablo trae en el vientre”.
“Agua de enero, hasta la hoz tiene tempero”, la lluvia de este mes alarga su acción eficaz hasta el momento de la recolección.
“Golondrina que el ala roza la tierra, lluvia recela”.
“Luna que amarillea, agua gotea”, la presencia de un cierto halo amarillo alrededor de la luna es indicio de inminente lluvia.
“Quien el arco ve, no muere de sed”, preludio de lluvia por la presencia del arco iris.
Esperemos que la tradición de las cabañuelas, pese a su falta de rigor científico, siga conservándose y evitar su pérdida, como tantas otras de la cultura popular que se dejaron ya en el olvido.
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