martes, 4 de septiembre de 2012

Tio Carlos

    Esta mañana asistí al entierro de mi tío Carlos, hermano de mi padre; era el menor de siete hermanos de esta familia murciana, y el último en fallecer; la muerte está tan segura de ganar que nos da toda una vida de espera, en este caso han sido 96 años, confirmando el refrán español: En este mundo no hay nada cierto, salvo la muerte y los impuestos.
    De mi tío Carlos, me acuerdo sobre todo por su delgadez, esos ojos azules, y la gracia que tenia para contar chistes, ya que se estaba riendo antes de narrarlos. Con los niños, por lo menos con los míos, cuando coincidíamos en la playa durante el verano, siempre les pintaba, en cualquier papel a mano, algún apunte de un animal, una adivinanza o una frase graciosa, que luego me venían a enseñar tan orgullosos “mira lo que me dio el tío Carlos”. Se entretenia mucho con ellos.
    Ayer por la noche, no podía conciliar el sueño, por lo menos durante una hora no paraba de rondarme por la memoria, la casa de Murcia donde vivía mi tío con su madre, mi abuela "Mamatilde"; esa casa la vendieron hace 45 años, pero me acuerdo de los azulejos de la escalera de entrada, el despacho de mi abuelo, a mi tío Carlos sentado en la mesa camilla escuchando la radio, con el “braserico” dándole calor a los pies, situado al final del comedor del 1º piso, cerca del mirador que daba a la calle Conde Roche.
    Un día me llevó a casa de un amigo suyo, en la huerta, para comprar melocotones. Ir en el autobús con él para mi fue como un viaje maravilloso, me enseñó el río Segura, el canal del “reguerón”, los diversos árboles que habían en los huertos, etc... Otras veces me daba una peseta (hablo de 1955) para comprar algún tebeo o adquirir alguna chucheria al puesto que tenia el “jardi” (apelación cariñosa que dabamos al jardinero) de la Plaza de Santa Isabel.
    Hasta hace poco más de un año, mi tio Carlos mantenía su vida activa, salía a la calle, se daba una vuelta por el centro comercial cercano a su casa, tomaba el café con los amigos, los pocos que le quedaban, dada su avanzada edad, ya que muchos de ellos se le habían adelantado en el camino, y seguro le estaran esperando ALLA ARRIBA para echarse una partida a la “garrafina”.
    El dominó le gustaba, en los veranos solíamos reunirnos por la tarde y echarnos unas partiditas a compañeros, con algunos de los vecinos de la urbanización donde estábamos en La Manga.
    La verdad es que tenia gran entusiasmo, y aunque no lo parecía tenia una intensa energía, y creo que todos los que lo conocimos le echaremos de menos, manteniendo con cariño en nuestra memoria su sonrisa tan especial.
Descanse en paz.

2 comentarios:

  1. D.E.P.
    Recuerdo muy claros algunos de sus dibujos, siempre estábamos pidiéndole que los hiciera, a nosotros nos parecían casi obras de arte. Sus chistes, simpatía y su gracia, eso tampoco se olvida.

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  2. Gracias por tu reconocimiento, yo noto que era el último eslabón por parte de mi padre...

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